El artista Antoni Abad y los comisarios Mery Cuesta y Roc Parés me llamaron a colaborar en su proyecto "La ciudad que no se ve", elegido por Catalunya para su presencia en la Biennale Internazionale d'Arte de Venecia y patrocinado por el Institut Ramon Llull. El proyecto consiste en una interpretación sensorial de la ciudad de los canales a partir de la experiencia de los ciegos y personas con baja capacidad de visión. Antoni Abad ha creado una aplicación de móvil que permite a estas personas ir mapeando la ciudad a través de mensajes de audio que quedan recogidos en la web blind.wiki, desde la que se puede acceder a ellos desde todo el mundo. Mi misión dentro del proyecto ha sido crear un cómic táctil de lectura universal (es decir, para ciegos tanto como para personas con cualquier capacidad visual) que recogiera esta experiencia.
Ha sido el trabajo más complicado al que me he tenido que enfrentar en mi vida profesional, porque se trataba aquí de adaptar un lenguaje eminentemente visual como es el del cómic a una lectura táctil, y eso ha significado tener que hacer una revisión profunda de todas las herramientas y recursos del cómic y comprobar cuáles de ellos eran útiles y cuales no. Hasta donde yo he podido saber, las dos únicas experiencias anteriores de este tipo en la historia del cómic iban destinadas exclusivamente a ciegos*.
Han sido cinco meses de trabajo, y en muchos momentos me parecía francamente imposible sacar nada provechoso. Las restricciones que impone la lectura táctil son muchísimas, desde el cuerpo de letra del braille o el tamaño de los detalles del dibujo, que necesitan obviamente ocupar gran espacio para ser percibidos con claridad por los dedos, hasta la imposibilidad de representar perspectivas o profundidad de campo, pasando por la necesidad de que ninguna línea del dibujo se cruce con otra. Y luego están las restricciones y dificultades técnicas de la impresión de algo así sobre papel.
Empecé a entender las necesidades de los invidentes gracias a un taller que dirigimos Mery Cuesta y yo en la escuela Elisava, con la participación de tres alumnos del máster de cómic que dirige Mery, el profesor e ilustrador José Luis Merino y cuatro personas voluntarias de la ONCE, en el que parejas mixtas vidente/invidente crearon cómics en modo bajorrelieve con arcilla que los demás debían ser capaces de interpretar táctilmente. A partir de ahí empecé a entender qué recursos del cómic podían servir y cuales no.
Fui haciendo pruebas y testándolas con ciegos en Venecia y en Barcelona. Tuve que renunciar a muchas cosas que a mí me parecían imprescindibles porque resultaban francamente problemáticas para su interpretación táctil: personajes pequeños, líneas cinéticas, gestualidades sutiles o expresividades del rostro, bocadillos de texto (aunque fuera braille), y un montón de cosas más. Todo ello me fue llevando a un territorio gráfico extremadamente austero y sintético, muy cercano a lo pictogramático o a lo abstracto. Pero cuando por fin creí que había encontrado el cómo, aún me faltaba el qué.
Disponía de 16 páginas en formato A4. Encontré la idea para el guión en Venecia, cuando me embarqué en la prueba piloto de unos paseos en barca por los canales cercanos al pabellón de Catalunya, paseos que son guiados por una persona ciega (otra de las actividades que incluye el proyecto de Antoni Abad). Giulia Oblach fue relatando todas las sensaciones que percibía durante el viaje, sensaciones de una riqueza e intensidad dificilmente imaginables por los que nos distraemos con los miles de detalles que nos proporciona continuamente la capacidad de visión.
Finalmente el cómic "Un paseo en barca" tiene 14 páginas, más dos de glosario (imprescindible para dar a los invidentes las claves de interpretación de ciertas texturas y bastantes onomatopeyas pictogramáticas inventadas para la ocasión). Cada página tiene dos viñetas y una sola palabra -en italiano e inglés y sus correspondientes transcripciones en braille-, imprescindible para contextualizar el tema de la imagen. La viñeta superior va situando el avance de la barca por los canales en cada etapa de la acción, a modo de plano (los invidentes sí están habituados a leer mapas), y la viñeta inferior, más grande, representa las distintas percepciones (auditivas, olfativas o táctiles) que se dan en ese punto del itinerario.
El cómic está impreso sobre papel con una resina especial de color negro que da relieve, y se incluye en el catálogo que describe y contextualiza el proyecto de Antoni Abad, diseñado por Avanti-Avanti Studio (al igual que el magnífico espacio expositivo situado en el Cantieri Navale de la Fondamenta Quintavalle, Castello 40, para quien pueda ir a Venecia hasta noviembre) La tirada ha sido muy limitada debido al coste de la impresión y se puede adquirir exclusivamente en la librería de la Biennale, en Venecia.
Pienso que con esta experiencia hemos contribuido a avanzar unos pasos en una nueva vía para el cómic, la de la accesibilidad universal. Según el feedback que tenga este proyecto habrá que ver hasta que punto se puede seguir avanzando en esta dirección.
* Las dos únicas experiencias anteriores de cómic táctil de las que hemos tenido noticia son la de Philipp Meyer en 2013, Life, que ha sido enormemente inspiradora para mí, y la de Ilan Manouach, Shapereader, que se expuso en 2016 en el MUSAC de León, pero que no he podido ver y cuyo funcionamiento se me hace difícil de entender solo a través de la información que se obtiene en la web.
ACTUALIZACIÓN:
El catálogo que lleva el cómic se puede descargar al final de esta página:
Sin tener idea de los resultados conseguidos en el cómic, el proyecto me parece un reto extremadamente sugerente y muy difícil de culminar, pero, conociendo la trayectoria de Max, estoy seguro de la precisión y claridad del trabajo.
ResponderEliminarEspero tener la oportunidad de acercarme por Venecia antes de que termine la exposición.
MAX ERES UN ARTISTA TODOTERRENO ¡¡¡¡
ResponderEliminarEl resultado me parece independiente del intento. Es una empresa tan compleja, tan monumental y tan quijotesca como escribir una sinfonía para sordos. Porque veo que no se trata de crear un cómic que también puedan apreciar los invidentes, sino que parte de estar pensado exclusivamente para ellos. Una narración gráfica no visual. Nada menos.
ResponderEliminarFascinante experiencia la de nuestro amigo Max. Es llevar la innovación al mundo del cómic. Deseo que los resultados del feedback sean los que se necesiten para la continuación de esta línea de trabajo.
ResponderEliminarSe me antoja un proyecto que plantea unos retos muy difíciles e interesantes al tiempo. Es muy bonito abrir los ojos para ver el punto de gusta de los invidentes. Mi padre lo era y por eso lo valoro aún más. Seguro que será una experiencia para disfrutar. Enhorabuena, no solo por intentarlo, también por lograrlo
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ResponderEliminarPues leído y releído el cómic (que se puede descargar de forma legal y gratuita desde la página web del proyecto) y teniendo en cuenta que lo que para nosotros son texturas visuales, también se han materializado en texturas táctiles para invidentes, resulta que ese viaje en barca nos abre un nuevo lenguaje gráfico de insospechadas posibilidades. ¡Menuda maravilla!
ResponderEliminarNo logro encontrar el enlace, Rubén, ¿dónde está?
ResponderEliminarAquí está el enlace, Manuel: http://www.llull.cat/monografics/blindwiki/ y desde ahí tienes acceso a la aplicación, una guía de la exposición y al final de la página, los créditos de la publicación y la pestaña de descarga.
ResponderEliminarGracias, Rubén, ni siquiera yo sabía que se podía descargar desde ahí.
EliminarMi más profunda enhorabuena, Max.
ResponderEliminarUn abrazo.