Pobre hombre se le ve con voluntad de comerlo, pero sudoroso por el esfuerzo y los chinitos bastante preocupados, pelín contrariados y circunspectos no salen de su asombro, ni paran de ofrecerle suculentas viandas.
Pobre hombre se le ve con voluntad de comerlo, pero sudoroso por el esfuerzo y los chinitos bastante preocupados, pelín contrariados y circunspectos no salen de su asombro, ni paran de ofrecerle suculentas viandas.
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